El reciclaje de RCDs contribuye a la protección de la biodiversidad
En este 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, en el que este año ponen su foco de atención en la biodiversidad. Ya en marzo de 2019 la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente publicaba un informe en el que advertían que el rápido aumento de la extracción de materiales es el principal culpable del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Un problema que se agravará con el paso de los años si no se lleva a cabo una urgente reforma del uso de los recursos, y como no, del aprovechamiento a su vez de los residuos para convertirlo en nuevos recursos.
Advierten además que “entre 2015 y 2060, se espera que el uso de los recursos naturales crezca 110%, lo que conllevará a una reducción de los bosques de más de 10% y una disminución de otros hábitats, como los pastizales, de 20%”. Unas cifras con graves implicaciones para el cambio climático y la pérdida sistemática de ecosistemas. Es por ello que el uso eficiente de los recursos no es suficiente, y es necesario pasar de la economía lineal a una verdadera Economía Circular. Una realidad que persigue la Comisión europea con la aprobación en marzo de este año del Plan de Acción para la Economía Circular, y poner así límites al “un solo uso” (vertedero) y a “un solo reciclaje” o valorización.
El reciclaje de RCDs
Se trata de un sector que requiere de grandes cantidades de recursos y representa aproximadamente la mitad de todo el material extraído. El sector de la construcción es responsable de más del 35% de la generación total de residuos de la UE. En España, representa el 6,5 % del PIB y genera el 40 % de los residuos en nuestro país.
Por ello, una gestión adecuada de los residuos de la construcción y demolición, que incluya una separación y manipulación correcta de los residuos peligrosos, puede suponer grandes beneficios en cuanto a la sostenibilidad y la calidad de vida. Los áridos reciclados son uno de los mejores ejemplos de Economía Circular, ya que los RCD son reciclables en porcentajes cercanos al 100%, permitiendo que un residuo se vuelva un recurso y se reduce el impacto ambiental que genera la extracción de áridos naturales, esto es preserva los recursos naturales a la vez que se reducen los impactos en el entorno con la consiguiente destrucción de la diversidad biológica. Teniendo en cuenta que la industria de la construcción es el sector que más residuos genera, tras los urbanos, en concreto un tercio de todos los residuos generados en la Unión Europea, es necesario controlar el consumo de recursos, reducir las emisiones de contaminantes y realizar una gestión eficaz de los residuos que se generan sometiéndolos a un proceso de reciclado y valorización.
Con todo y a pesar de los reconocidos beneficios técnicos, económicos y medioambientales del uso de áridos RCD, las tasas de empleo en España de estos productos son muy inferiores a las exigidas por la ley.
Toneladas de escombros acaban en vertederos ilegales
A pesar de las posibilidades y calidad que ofrecen los áridos reciclados, lo cierto es que, sólo una cuarta parte de los residuos de construcción y demolición llegan a plantas de reciclaje, en contra de lo que establece la legislación nacional y europea.
Aunque suponen el 40 % de los residuos generados en España, los RCDs rebosan en vertederos por todo el país que normalmente son ilegales. Una práctica que trae consigo graves consecuencias ambientales: contaminación del suelo, filtraciones de posibles contaminantes a acuíferos o el impacto visual y paisajístico entre otros. A pesar de contar desde el 2008 con un real decreto que exige el tratamiento de todos los desperdicios de obra por gestores autorizados, la realidad es que las tres cuartas partes de escombros que no llegan a las plantas de reciclaje, acaban rellenando antiguos huecos mineros, o en vertederos ilegales que contaminan montes, valles y costas de todo el país.
Lo grave y preocupante de esta situación, además de constituir un posible delito ambiental, es la existencia de vertederos ilegales comerciales que cobran por descartar residuos sin llevar a cabo ningún tipo de tratamiento y operan con autorizaciones de planta de reciclaje, como es el caso de Lugo, que ya en su día se ha denunciado a la empresa responsable por verter presuntamente residuos mezclados y sin tratar a un antiguo hueco minero.
Es imprescindible erradicar este tipo de prácticas y los vertedores ilegales de escombros para acercarnos a una verdadera economía circular que contribuya a un modelo más sostenible y más respetuoso con el medio ambiente.